OLEA SERRANO, NICOLÁS
El que escribe añade- nació en pleno julio en el Sanatorio de la Salud, con deshidratación incluida. Aspiró el olor a incienso y madera rancia del Hospital de San Lázaro. Jugó en los jardines del Hospital Ruiz de Alda el sanatorio grande-. Escaló tapias y se inició en la búsqueda arqueológica en el Hospital Real roña de siglos, que diría Francisco Izquierdo-. Conoció lo castizo en el Hospital de San Juan de Dios y San Rafael. Se enfrascó en su profesión en el Hospital Clínico. Total, siete hospitales, en quinientos metros, en 60 años. Todo esto ocurrió en un entorno familiar, cercano, conocido, que me evoca más recuerdos dulces que penas. Recuerdos que, como los de muchos de mis vecinos y cientos de granadinos, están ligados, con mejor o peor suerte, a los hospitales. Siento, por otros, que sus hospitales no estén en mi lista. Pero ellos compondrán la suya propia en torno a iglesias, escuelas, cuarteles o dios sabe qué.