LA FOTOGRAFÍA.

Esta es la historia de Ángel Galé Comenge, el abuelo de la autora. Un labrador taustano de 26 años, que el 19 de julio se encontraba trabajando en sus tierras sin imaginar que ese mismo día se produciría un hecho que cambiaría su vida: la sublevación de un grupo de militares.
Reclamado por el ejército de los sublevados, tendrá que abandonar a su mujer, con la que lleva casado poco más de un año, y a su hija de tres meses para ir a una guerra que ni entiende ni comprende.
Gracias a las ciento cuarenta y dos cartas que desde Quinto, el pueblo en dónde pasará trece meses, escribe a su mujer, sabemos cómo fue la vida allí y conocemos como eran las relaciones con sus jefes y compañeros.
En un frente en el que durante un año apenas hay batallas, todo cambia cuando el 24 de agosto se produce la ofensiva republicana sobre Zaragoza.
La correspondencia queda interrumpida un día antes, el 23, fecha de su última carta.
A partir de ahí, todo lo que se narra en la novela, se sabe gracias a la minuciosa labor de investigación de la escritora, que buscando entre archivos y expedientes, ha conseguido reconstruir lo que pasó.