SZABLOWSKI, WITOLD
Introducción
Plato I
Ivan Kharitonov, cocinero del último zar
Plato II
Shura Vorobieva, cocinera de Lenin
Plato III
Hanna Basaraba, la Gran Hambruna
Plato IV
Encuentro en las montañas. La cocina de Stalin
Plato V
La Bella y Beria, el cocinero de Stalin y su esposa
Plato VI
Tamara Andriyevna, panadera en el sitiado Leningrado
Plato VII
La exhumación o la cocina de la guerra
Plato VIII
El banquete de Yalta
Plato IX
Feyna Kazetska, la cocinera de Gagarin
Plato X
Victor Belyaev, cocinero del Kremlin
Plato XI
Mamá Nina, una cocinera de Afganistán
Plato XII
El primer regreso de Victor Belyaev
Plato XIII
Un bosque encantado. La cocina de Chernóbil
Plato XIV
El segundo regreso de Victor Belyaev
Plato XV
Polina Ivanovna. Estofado de jabalí o la última cena de la URSS
Plato XVI
Spiridon Putin, un cocinero de balneario
Plato XVII
Chebureki, la cocina de los tártaros de Crimea
Plato XVIII
El tercer regreso de Victor Belyaev
Bibliografía
Agradecimientos
¿Por qué Putin se inventó el mito de su abuelo, Spiridon Putin, como cocinero de las élites zaristas y soviéticas? ¿Cuál fue el menú de la cena que selló la desintegración de la Unión Soviética? ¿Por qué Brézhnev odiaba el caviar? La fascinación de Witold Szablowski por la cocina y su condición de reportero le ha llevado a reunir ambos universos en Cómo alimentar a un dictador y ahora en Rusia desde la cocina.
En su último libro sigue las huellas de los cocineros de los personajes más importantes de la reciente y de la no tan reciente historia de Rusia y de la Unión Soviética, desde el último zar, Nicolás II, hasta Putin. Sus protagonistas son testigos de acontecimientos -muchos de ellos trágicos- que han marcado los destinos de esa parte del mundo. Szablowski ha recorrido Rusia y varias de las antiguas repúblicas soviéticas, ha hablado con los cocineros de los primeros secretarios, de astronautas y de soldados rasos en el frente afgano. Ha conseguido terribles testimonios de las mujeres que cocinaron para los liquidadores de la central nuclear de Chernóbil.
El autor muestra cómo la comida ha sido en Rusia una herramienta de propaganda, y no solo en la época soviética. Es fascinante seguir la gran política desde la perspectiva de la cocina y conocer, de paso, la enorme variedad gastronómica y cultural de los lugares reflejados en el libro.